Una ideología es el conjunto de ideas sobre la realidad, sistema general o sistemas existentes en la práctica de la sociedad respecto a lo económico, la ciencia, lo social, lo político, lo cultural, lo moral, lo religioso, etc. y que pretenden la conservación del sistema (ideologías conservadoras), su transformación (que puede ser radical y súbita, revolucionaria, o paulatina y pacífica –ideologías reformistas–), o la restauración de un sistema previamente existente (ideologías reaccionarias).
Las ideologías suelen constar de dos componentes: una representación
del sistema, y un programa de acción. La primera proporciona un punto de
vista propio y particular sobre la realidad, vista desde un determinado
ángulo, creencias, preconceptos o bases intelectuales, a partir del
cual se analiza y enjuicia (crítica), habitualmente comparándolo con un sistema alternativo, real o ideal. El segundo tiene como objetivo acercar en lo posible el sistema real existente al sistema ideal pretendido.
Las ideologías caracterizan a diversos grupos, sean un grupo social, una institución, o un movimiento político, social, religioso o cultural.
El concepto de ideología es semejante, pero se diferencia del de cosmovisión (Weltanschauung) en que éste se proyecta a una civilización o cultura entera (cosa que también puede decirse del concepto de ideología dominante) o se restringe a un individuo (limitación que difícilmente podría aplicarse a los raramente usados conceptos de ideología particular o individual).
Origen de las ideologías
El origen de la mayoría de las ideologías se encuentra en una corriente filosófica
cuando asume una versión muy simplificada y distorsionada, por falsa
creencia, de la filosofía original. En este sentido se produce, de forma
general, un carácter insincero, cuando un pensamiento original se
convierte en «....ismo» (Platón, platonismo; Marx, marxismo; pensamiento
capitalista, capitalismo; etc.).
Su origen se sitúa en el interés
personal, de acuerdo con las necesidades que sustentan socialmente un
determinado pensamiento. Se separa y disocia de la realidad, porque la
manipula en forma de propio interés.
Los primeros filósofos que estudiaron la «ideología», los psicologistas franceses (Condillac, Cabanis, Destutt de Tracy),
situaron esa necesidad en el «yo interior», interpretado de diversas
formas (psicologismo y psicofisiologismo). El sujeto se opone a lo
exterior, que se da como suceso, puesto que requiere la reflexión
individual. Estos filósofos franceses pretendían estructurar una teoría
sobre el materialismo primitivo de las sensaciones y de ahí su
derivación en emociones, pasiones y sentimientos. De manera que del
hecho, del suceso o del acontecimiento exteriores se pasa
psicológicamenbte a la manera interior de captar las cosas y apreciar
estas categorías de la psicología personal.
Más tarde el compromiso político de filósofos sociales (socialistas utópicos, Saint-Simon, Fourier, Proudhon)
situó el interés en las necesidades de la vida social. El vuelco que
protagonizó al extenderse al ámbito de la sociedad fue considerable. Del
interés del individuo se pasó al interés del grupo. Esto provocó que se
acuñase el calificativo de «doctrinarios» para referirse a los
«ideólogos» en su enfrentamiento con el poder, lo que confirió a la
palabra un sentido peyorativo que a día de hoy no ha perdido.
Después del psicologismo de los franceses, se pasó, primeramente, a
las formas filosóficas propias y, posteriormente, a las relaciones
económicas. El sentido más elaborado de ideología, en el primer sentido,
es el de Hegel y, en el segundo, de Marx.
Se consideró la ideología como una «escisión de la conciencia», que produce la alienación, bien sea ésta considerada como meramente dialéctica del pensamiento, en el idealismo de (Hegel) o dialéctica material en el materialismo de (Marx).
En el siglo XX, la ideología es considerada como problema de comunicación social. Para los frankfurtianos, de manera especial para Habermas, la ideología expresa la violencia
de la dominación que distorsiona la comunicación. Este habla de la
relación entre el conocimiento y el interés. Esto produce una distorsión
que es consecuencia de una razón instrumental, como conocimiento interesado, y que es la responsable de la ciencia y la tecnología falsas como ejes de la dominación social. Es pues necesaria una hermenéutica de la emancipación y liberación. De la misma forma, Marcuse subraya este hecho en el seno de las clases sociales, en particular políticamente dentro de los partidos y sindicatos.
Karl Mannheim y Max Scheler enmarcan la ideología en el marco de la sociología del saber. El saber enmarcado dentro de la dominación política genera tal cúmulo de intereses que configura la cosmovisión
de los grupos sociales. No hay posiblidad de escapar a una ideología
bien construida. Todo gira a su alrededor. Mannheim distingue entre
ideología parcial, de tipo psicológico, e ideología total, de tipo
social.
Sartre,
por su parte, introduce una idea de «ideología» completamente
diferente. Para Sartre la ideología es fruto de un pensador «creador»,
capaz de generar un modo de ver la realidad.
Por otro lado, Willard van Orman Quine
trata la relación entre los objetos exteriores, de ahí fuera, y los
sujetos interiores, de ahí dentro. En otros términos, liga la ideología a
un modo razonado de considerar la ontología.
La ideología como falsa creencia debe estudiarse en términos de su
lógica degradada, más que en la filosofía de la que se deriva. Sin
embargo, es difícil comprender cuándo y en qué términos una filosofía
pasa a ser ideología. Max Weber
afirma que las filosofías se seleccionan primero para ser ideologías
después, pero no explica, cuándo, cómo y por qué. Lo que sí podemos
asegurar es que existe una relación dialéctica, es decir de discurso,
entre ideas y necesidades sociales, y que ambas son indispensables para
configurar una ideología. Así nace el interés y las necesidades sentidas
por el cuerpo social (o un grupo de éste); no obstante pueden fracasar
por no tener ideas claras que lo sustenten. Al igual que hay ideas que
pueden pasar inadvertidas por no ser relevantes para las necesidades
sociales, se requiere una falsa creencia aparentemente útil para que sea
ideología.