RAMAS DE LA FILOSOFÍA


Las ramas y los problemas que componen la filosofía han variado mucho a través de los siglos. Por ejemplo, en sus orígenes, la filosofía abarcaba el estudio de los cielos que hoy llamamos astronomía, así como los problemas que ahora pertenecen a la física. Teniendo esto en cuenta, a continuación se presentan algunas de las ramas centrales de la filosofía en el presente.

Metafísica


La metafísica se ocupa de investigar la naturaleza, estructura y principios fundamentales de la realidad. Esto incluye la clarificación e investigación de algunas de las nociones fundamentales con las que entendemos el mundo, incluyendo: serentidadexistenciaobjetopropiedadrelacióncausalidadtiempo y espacio.

Antes del advenimiento de la ciencia moderna, muchos de los problemas que hoy pertenecen a las ciencias naturales eran estudiados por la metafísica bajo el título de filosofía natural.

La ontología es la parte de la metafísica que se ocupa de investigar qué entidades existen y cuáles no, más allá de las apariencias.

Aristóteles designó la metafísica como «primera filosofía». En la física se asume la existencia de la materia y en la biología la existencia de la materia orgánica pero ninguna de las dos ciencias define la materia o la vida; sólo la metafísica suministra estas definiciones básicas. En el libro quinto de la Metafísica, Aristóteles presenta varias definiciones de términos filosóficos.

A lo largo de los siglos, muchos filósofos han sostenido que de alguna manera u otra, la metafísica es imposible. Esta tesis tiene una versión fuerte y una versión débil. La versión fuerte es que todas las afirmaciones metafísicas carecen de sentido. Esto depende por supuesto de una teoría del significado. Ludwig Wittgenstein y los positivistas lógicos fueron defensores explícitos de esta posición. La versión débil, por otra parte, es que si bien las afirmaciones metafísicas poseen significado, es imposible saber cuáles son verdaderas y cuáles falsas, pues esto va más allá de las capacidades cognitivas del hombre. Esta posición es la que sostuvieron, por ejemplo, David Hume e Immanuel Kant.

Gnoseología


La gnoseología es el estudio del origen, la naturaleza y los límites del conocimiento humano. En inglés se utiliza la palabra epistemology, que no hay que confundir con la palabra española epistemología que designa específicamente el estudio del conocimiento científico, también denominado filosofía de la ciencia. Muchas ciencias particulares tienen además su propia filosofía, como por ejemplo, la filosofía de la historia, la filosofía de la matemática, la filosofía de la física, etcétera.
Dentro de la gnoseología, una parte importante, que algunos consideran incluso una rama independiente de la filosofía, es la fenomenología. La fenomenología es el estudio de los fenómenos, es decir de la experiencia de aquello que se nos aparece en la conciencia. Más precisamente, la fenomenología estudia la estructura de los distintos tipos de experiencia, tales como la percepción, el pensamiento, el recuerdo, la imaginación, el deseo, etc. Algunos de los conceptos centrales de esta disciplina son la intencionalidad, la conciencia y los qualia, conceptos que también son estudiados por la filosofía de la mente.

En la gnoseología se suele distinguir entre tres tipos de conocimiento: el conocimiento proposicional, el conocimiento práctico o performativo, y el conocimiento directo. El primero se asocia a la expresión «saber que», el segundo a la expresión «saber cómo», y el tercero, en el español, se asocia a la expresión «conocer» (en vez de «saber»). Así decimos, por ejemplo, que en la biología se sabe que los perros son mamíferos. Éste es un conocimiento proposicional. Luego existe un saber cómo entrenar un perro, el cual es un conocimiento práctico o performativo. Y por último, el conocimiento por familiaridad es aquel que posee quien dice, por ejemplo, «yo conozco a su perro». La mayoría del trabajo en gnoseología se centra en el primer tipo de conocimiento, aunque ha habido esfuerzos por cambiar esto.

Un debate importante y recurrente en la gnoseología es aquel entre el racionalismo y el empirismo. El racionalismo es la doctrina que sostiene que parte de nuestro conocimiento proviene de una «intuición racional» de algún tipo, o de deducciones a partir de estas intuiciones. El empirismo defiende, en cambio, que todo conocimiento proviene de la experiencia sensorial. Este contraste está asociado a la distinción entre conocimiento a priori y conocimiento a posteriori, cuya exposición más famosa se encuentra en la introducción a la Crítica de la razón pura, de Immanuel Kant.

Aún otra distinción influyente fue la que promovió Bertrand Russell entre conocimiento por familiaridad, y conocimiento por descripción. El primer tipo de conocimiento es el conocimiento directo, como puede ser una percepción o un dolor. El segundo es en cambio el conocimiento indirecto, al que llegamos sólo mediante una descripción definida que refiere unívocamente al objeto siendo conocido.

Algunos de los problemas centrales a la gnoseología son: el problema de Gettier, el trilema de Münchhausen y el problema de la inducción.

Lógica


La lógica es el estudio de los principios de la inferencia válida. Una inferencia es un proceso o acto en el que a partir de la evidencia basada un grupo de premisas, se afirma una conclusión. 

Tradicionalmente se distinguen tres clases de inferencias: las deducciones, las inducciones y las abducciones, aunque a veces se cuenta a la abducción como un caso especial de inducción. La validez o no de las inducciones es asunto de la lógica inductiva y del problema de la inducción. Las deducciones, en cambio, son estudiadas por la mayor parte de la lógica contemporánea. Cuando un argumento es deductivamente válido, se dice que la conclusión es una consecuencia lógica de las premisas. El concepto de consecuencia lógica es, por lo tanto, un concepto central a la lógica. Para estudiarlo, la lógica construye sistemas formales que capturan los factores relevantes de las deducciones como aparecen en el lenguaje natural. Para entender esto, considérese la siguiente deducción:
  1. Está lloviendo y es de día.
  2. Por lo tanto, está lloviendo.
La obvia validez de este argumento no se debe al significado de las expresiones «está lloviendo» y «es de día», porque éstas podrían cambiarse por otras y el argumento permanecer válido. Por ejemplo:
  1. Está nevando y hace frío.
  2. Por lo tanto, está nevando.
En cambio, la clave del argumento reside en la expresión «y». Si esta expresión se cambia por otra, entonces el argumento deja de ser tan obviamente válido:
  1. Ni está nevando ni hace frío.
  2. Por lo tanto, no está nevando.
Las expresiones de las que depende la validez de los argumentos se llaman constantes lógicas, y la lógica las estudia mediante sistemas formales. Dentro de cada sistema formal, la relación de consecuencia lógica puede definirse de manera precisa, generalmente por medio de teoría de modelos o por medio de teoría de la demostración.

Otros temas que caen bajo el dominio de la lógica son las falacias y las paradojas.

Ética


La ética abarca el estudio de la moral, la virtud, el deber, la felicidad y el buen vivir. Dentro de la ética contemporánea se suelen distinguir tres áreas o niveles:

La metaética estudia el origen y el significado de los conceptos éticos, así como las cuestiones metafísicas acerca de la moralidad, en particular si los valores morales existen independientemente de los humanos, y si son relativos, convencionales o absolutos. Algunos problemas de la metaética son el problema del ser y el deber ser, el problema de la suerte moral, y la cuestión acerca de la existencia o no del libre albedrío.

La ética normativa estudia los posibles criterios morales para determinar cuándo una acción es correcta y cuándo no. Un ejemplo clásico de un criterio semejante es la regla de oro Dentro de la ética normativa, existen tres posturas principales:
  • El consecuencialismo sostiene que el valor moral de una acción debe juzgarse sólo basándose en si sus consecuencias son favorables o desfavorables. Distintas versiones del consecuencialismo difieren, sin embargo, acerca de cuáles consecuencias deben considerarse relevantes para determinar la moralidad o no de una acción. Por ejemplo, el egoismo moral considera que una acción será moralmente correcta sólo cuando las consecuencias de la misma sean favorables para el que la realiza. En cambio, el utilitarismo sostiene que una acción será moralmente correcta sólo cuando sus consecuencias sean favorables para una mayoría. También existe debate sobre qué debe contarse como una consecuencia favorable.
  • La deontología, en cambio, sostiene que existen deberes que deben ser cumplidos, más  allá de las consecuencias favorables o desfavorables que puedan traer, y que cumplir con esos deberes es actuar moralmente. Por ejemplo, cuidar a nuestro hijos es un deber, y es moralmente incorrecto no hacerlo, aún cuando esto pueda resultar en grandes beneficios económicos. Distintas teorías deontológicas difieren en el método para determinar los deberes, y consecuentemente en la lista de deberes a cumplir.
  • La ética de las virtudes, por otra parte, se enfoca menos en el aprendizaje de reglas para guiar la conducta, y más en la importancia de desarrollar buenos hábitos de conducta, o virtudes, y de evitar los malos hábitos, es decir los vicios.

Estética


El caminante sobre el mar de nubes, de Caspar David Friedrich, es una representación prototípica de lo sublime.

La única definición que parece gozar de algún consenso entre los filósofos, es que la estética es el estudio de la belleza. Sin embargo, algunos autores también generalizan esta definición y afirman que la estética es el estudio de las experiencias estéticas y de los juicios estéticos. Cuando juzgamos que algo es bello, feo, sublime o elegante (por dar algunos ejemplos), estamos haciendo juicios estéticos, que a su vez expresan experiencias estéticas. La estética es el estudio de estas experiencias y de estos juicios, de su naturaleza y de los principios que tienen en común.

La estética es una disciplina más amplia que la filosofía del arte, en tanto que los juicios y las experiencias estéticas pueden encontrarse fácilmente por fuera del arte. Por ejemplo, cuando vemos pasar a un perro, podríamos juzgar que el perro es lindo, y realizar así un juicio estético sobre algo que nada tiene que ver con el arte.