ÍNDICE
CONCEPTO
E INTRODUCCIÓN
LA
CONSCIENCIA EN LA FILOSOFÍA
EN
LA PSICOLOGÍA
CONCIENCIA EN LA PERSONALIDAD
LA CONCIENCIA EN LA HISTORIA
CONSCIENCIA EN LA ÉTICA
CONFERENCIA SOBRE LA CONSCIENCIA.
LA CONCIENCIA EN LA HISTORIA
CONSCIENCIA EN LA ÉTICA
CONFERENCIA SOBRE LA CONSCIENCIA.
Francisco Rubia Vila
LA EVOLUCIÓN UNIVERSAL
LA EVOLUCIÓN DE LA COSNCIENCIA
EVOLUCIÓN DE LA CONCIENCIA UNIVERSAL. NOOSFERA
LEY DE LA COMPLAJIDAD-CONSCIENCIA
CONCEPTO
E INTRODUCCIÓN
Propiedad
del espíritu humano de reconocerse en sus atributos esenciales y en
todas las modificaciones que en sí mismo experimenta.
La
conciencia (del latín conscientia 'conocimiento compartido', pero
diferente de consciencia, ser conscientes de ello) se define en
general como el conocimiento que un ser tiene de sí mismo y de su
entorno, se refiere a la moral o bien a la recepción normal de los
estímulos del interior y el exterior. Conscientĭa significa,
literalmente, «con conocimiento» (del latín cum scientĭa). En la
especie Homo sapiens, la conciencia implica varios procesos
cognitivos interrelacionados. Se traduce del griego sy‧néi‧dē‧sis,
de syn -'con'- y éi‧dē‧sis -'conocimiento'-, de modo que
significa co-conocimiento, o conocimiento con uno mismo.
Conciencia
se refiere al saber de sí
mismo, al conocimiento que el espíritu humano tiene de su propia
existencia, estados o actos. Conciencia se aplica a lo ético, a los
juicios sobre el bien y el mal de nuestras acciones.
La
conciencia en psiquiatría puede también definirse como el estado
cognitivo no abstracto que permite la interactuación, interpretación
y asociación con los estímulos externos, denominados realidad. La
conciencia requiere del uso de los sentidos como medio de
conectividad entre los estímulos externos y sus asociaciones.
Los
humanos adultos sanos tienen conciencia sensitiva y conciencia
abstracta, aunque también el pensamiento abstracto se presenta en
otras especies animales, así mismo se ha comprobado que algunas
especies animales tiene una conciencia rudimentaria de sí mismos.
LA
CONSCIENCIA EN LA FILOSOFÍA
En la filosofía occidental el concepto de conciencia toma relieve a partir de los sistemas de René Descartes, John Locke, Gottfried Leibniz, Emmanuel Kant. Descartes se planteó la duda sistemática como vía de conocimiento. Destacó la facultad del hombre de captar su propio pensamiento. Se interrogó, además, acerca de la existencia física de la conciencia. Para Locke, ésta es el conjunto de las informaciones recibidas a través de los sentidos. Leibniz, matemático y filósofo, persiguió un "alfabeto de los pensamientos humanos" semejante a un orden matemático. Kant coincidía con Locke en cuanto a que el conocimiento nos llega desde afuera, mediante los sentidos, pero el orden de esos conocimientos lo determinan mecanismos internos de la conciencia. Para Kant, la ética se sintetiza en la idea de que se debe obrar como si la regla que se utiliza para uno mismo se pudiera convertir en norma universal.
A
partir de Franz Brentano y los pre-fenomenólogos (o
proto-fenomenólogos) la conciencia adquiere un papel central para
las filosofías derivadas del redescubrimiento del concepto de
intencionalidad, como la Fenomenología de Edmund Husserl. Según
este punto de vista, la conciencia es el correlato del fenómeno, y
es el punto de partida válido para la investigación filosófica.
RASGOS
DE LA CONCIENCIA
La
conciencia es capaz de percibir la realidad y hacerse una
representación mental. Esta facultad, que Steve Pinker llama
secundaria, por encima de la simple percepción sensorial (ya que
implica tener un concepto globalizador de lo que captan los sentidos)
está presente en varias especies de mamíferos y en un grado más
elevado a los hombres, que construyen una cosmovisión donde se
mezclan las propias percepciones y las enseñanzas fruto de la
socialización y la interacción con otras personas.Pero también es
capaz de concebir la propia individualidad, es decir, saberse sujeto,
como concepto unificador de creencias, sentimientos, experiencias y
pensamientos sobre el mundo. No sólo la persona sabe que existe,
sino que se considera diferente del resto de elementos del mundo
(Thomas Nagel).Esta consideración parte de una operación mental que
cuenta con diversas formulaciones, siendo quizá la más célebre la
máxima de Descartes Cogito ergo sum. Las visiones religiosas o
espiritualistas, además, consideran que parte de esta diferencia
radica, aparte de la personalidad, en un componente no físico,
llamado comúnmente alma.
El
idealismo considera que aparte de esa sensación y certeza de
existir, de saberse un sujeto, no se puede asegurar que exista nada
más, ya que todos los objetos del mundo exterior podrían ser sólo
proyecciones de la propia conciencia. Por este motivo esta doctrina
llevada al extremo desemboca en el solipsismo.
Manfred
Frank afirma que la conciencia incluye siempre procesos de reflexión
sobre uno mismo, mientras el sujeto va creciendo y va teniendo
experiencias va formando su personalidad, que luego transforma según
los acontecimientos y reacciones de la gente cercana. El
autoconocimiento, por tanto, es uno de los rasgos de la conciencia y
ligado al desarrollo del individuo (René Dubos), con un período
crítico en la adolescencia.
La
conciencia, además de representaciones sobre el exterior y de la
subjetividad, actúa como síntesis de diversas experiencias, en este
sentido es temporal, selectiva e intencional (Sartre) y puede
equivaler al concepto de yo. Sin este sustrato unificador, ya menudo
voluntariamente unificador, es imposible superar estímulos simples y
acceder a la cognición, como sostiene Antonio Damasio.
Bernard
Baas resume las funciones de la conciencia en las siguientes:
Definición
del contexto,
Situación
del individuo en el mundo,
Adaptación
a los cambios y aprendizajes,
Categorización
Control
de acciones físicas y mentales,
Represión
de determinados instintos,
Toma
de decisiones,
Metacognición
Mantenimiento
del propio equilibrio
Desde
la inteligencia
artificial
se han propuesto ocho rasgos básicos de la conciencia:
El
instinto de conservación ligado a la noción de un yo existente.
La
noción de estado de ánimo y emoción, que llevan a una conducta u
otra.
El
concepto de orden y lógica en torno, la noción de diferencia
respecto a otros seres y la posibilidad de establecer contacto
o no con estos seres.
La
idea de libertad
El
descubrimiento de patrones en la información y las ansias por
aprender como mecanismo de supervivencia.
La
facultad para hacer predicciones y tomar decisiones.
Nota
del administrador. El lenguaje no determina en su totalidad la
consciencia en el ser humano, sino la emergencia de la existencia,
las sensaciones y el pensamiento absatracto anterior al lenguaje
EN
LA PSICOLOGÍA
La conciencia es un estado de la mente que permite tomar decisiones de forma racional, percibir la realidad y tener noción del propio yo. Se opone por tanto a estados como el sueño, la alucinación y las formas de vida incapaces de formular un autoconcepto o de concebir un sentido de individuo y personalidad. Para Freud es una parte de la mente, diferente del inconsciente.Los seres humanos tienen conciencia cuando están despiertos y no sufren ninguna enfermedad mental o alteración momentánea por un estado de crisis o para ingerir drogas. Determinados autores afirman que la conciencia también formará parte de la inteligencia artificial o de los animales como delfines o primates, aunque no hay acuerdo sobre sus límites. La conciencia es objeto de estudio de la psicología y la filosofía de la mente.
CONCIENCIA
EN LA PERSONALIDAD
Todos
los seres humanos tienen conciencia moral, ya que han sido educados
en el cumplimiento de unas normas éticas a través de la familia, la
escuela, las relaciones personales o otras influencias como los
medios de comunicación, lecturas y meditaciones. Pero hay personas
con un grado más elevado de reflexión sobre los propios actos, que
se reconocen por actuar más a menudo en su deber, para hacer planes
de futuro y no dejar tan atrasada trabajo.
Cuando
no se sigue la conciencia surgen el remordimiento y la culpa, que
puede ser patológica si no se sabe parar, ya que es imposible actuar
siempre de acuerdo con las normas morales. El extremo contrario, la
anomia, es también un signo de enfermedad. Ya Aristóteles
proclamaba que la virtud era encontrar el equilibrio, el término
medio.
Epictura: El
arrepentimiento actúa como filtro represor de la conducta y el miedo
a experimentar sentimientos negativos o bajar en el autoconcepto
puede hacer desisitir de determinadas conductas. Por el mecanismo de
defensa de la anulación, un sujeto puede aplazar este sentimiento o
buscar una justificación para sus actos (autoengaño) que compense,
para tender así a la homeostasis psíquica.
LA
CONCIENCIA EN LA HISTORIA
Dentro
del pensamiento oriental, los primeros intentos de entender la
conciencia se encuentran en la formulación budista del Vijñāna,
que se liga a la esencia de las criaturas, en la base ontológica,
sin que incluya autoconciencia o personalidad. Pero justamente los
deseos de liberarse del ego, fuente del mal y del deseo insatisfecho
para fusionarse con todo el universo han llevado a que los pensadores
orientales menosprecien la idea de conciencia, asociada al orgullo.
Por
el contrario en Occidente se convierte, desde los inicios de la
actividad filosófica en las polis griegas, un concepto clave. En un
primer momento era inseparable de la conciencia moral, es decir, el
ser humano era racional y por tanto capaz de juzgar sus actos en
función de su bondad. Hasta John Locke no empezó a reflexionar por
separado sobre la dimensión ética y la conciencia psicológica y
con este término sólo a partir de los escritos de Ralph Cudworth.
Históricamente
se ha ligado la conciencia en el alma o espíritu.
La ciencia, a partir de los avances en neurobiología, ha tratado de
encontrar las bases biológicas para la conciencia. Uno de los
principales teóricos contemporáneos de este campo es David Chalmers
pero los estudios se remontan al siglo XVII (por ejemplo Descartes
creía que la relación entre cuerpo y espíritu se daba a la
glándula pineal). La conciencia sería un mecanismo adaptativo
elevado, que podría pues explicarse en términos puramente físicos,
en contra de las teorías basadas en el dualismo. Roger Wolcott
Sperry, Premio Nobel de Medicina, argumentó que no se encontraba en
un solo órgano, sino al conjunto de conexiones del cerebro,
anticipando las corrientes holísticos.
Dentro
de los fisicialistas se pueden distinguir dos corrientes
predominantes en los siglos XX y XXI: los partidarios del conductismo
y la fenomenología, que argumentan que la conciencia es algo
abstracto inaprehensible al estudio y que por tanto hay que centrarse
en sus manifestaciones objetivas, sean externas o internas al sujeto
(conductas y reacciones corporales, por ejemplo), y por otro los que
usan la mecánica cuántica para explicar cómo funciona el cerebro,
considerado el centro de la conciencia.
CONSCIENCIA
EN LA ÉTICA
La
conciencia es el sentimiento y certeza internas de estar actuando
bien o mal según los parámetros fijados por la ética. Según la
religión la conciencia proviene del alma, que juzga las propias
acciones y hace sentir remordimientos en el caso de desviarse de la
norma moral, mientras que para la ciencia la conciencia es parte de
la actividad evaluadora ordinaria del sujeto , que siempre califica
los actos y acontecimientos según varios criterios, entre los que se
encuentra la moral. Esta facultad parece localizarse en el córtex
prefrontal del cerebro.
Para
Sigmund Freud es parte del Superyo, un componente de la mente creado
por la socialización que hace que cada individuo interiorice unos
códigos de conducta que aseguran la cohesión del grupo. El Superyo
o conciencia reprime con emociones negativas aquellos comportamientos
sugeridos por el ello o el instinto que se alejan de lo esperado.
Según
el catolicismo.
Según el catecismo, el ser humano es libre, lo que implica la
posibilidad "de elegir entre el bien y el mal" . Para saber
cómo elegir, debe guiarse por la conciencia, que "asegura la
verdad respecto al bien" y por lo tanto, si está bien formada,
ayuda a no equivocarse en la elección. La conciencia actúa como
"ley del espíritu", pero para sentirla hay que hacer
introspección y para que su juicio sea certero, precisa una
formación a lo largo de toda la vida, que incluya fe, razón y
seguir las enseñanzas de la iglesia.
Hacer
un examen de conciencia es un acto habitual en un católico
practicante, que examina sus actos pasados e intenciones
futuras para juzgar sobre su bondad o no. Si ha cometido una falta o
un pecado (cuando ha obrado contra Dios y sus preceptos a pesar de
saber cuál era su deber) es necesario que obtenga el perdón
mediante la confesión. Esta puede ser privada, en la oración o
diálogo directo con la divinidad, o bien a través de un sacerdote,
que ordena una penitencia y otorga la absolución si el
arrepentimiento es sincero. Si la conciencia, pero, no siendo el
error y no piensa evitarlo en el futuro, el sacramento no tiene
ningún efecto.
Según
el budismo.
En otras religiones —como por ejemplo el budismo y el budismo zen—
la conciencia es algo que se debe despertar: el despertar de la
conciencia es más importante que la mera aplicación de dogmas o el
seguimiento de unas creencias como reglas fijas de pensamiento. La
conciencia debe de ser creativa. Puede hablarse de la distinción
entre la conciencia individual o del ego, y la conciencia cósmica o
universal. La práctica religiosa iría encaminada a dirigir la
conciencia del ego hacia una conciencia mayor, a través de la
meditación.
Según
el hinduísmo.
La conciencia es una cualidad eterna (o sea, sin principio ni fin)
que posee el alma espiritual. La conciencia no aumenta ni disminuye,
sólo se enfoca en algo. En el contexto espiritual la conciencia se
dirige a alguna forma de Dios o a la energía divina omnipresente.
Sigue con la interesante Conferencia pronunciada por el Prof. F. J. Rubia que incluye:
- Exposición
- Definición de consciencia
- Características de la consciencia
- Algunas teorías sobre la consciencia
- Supervivencia
- Dudas sobre lo mental
- Red de funciones cognitivas
- Origen y evolución de la consciencia
- Conciencia compartida
- Correlatos neurales de la
consciencia- Consciencia ocasional
- ¿Máquinas con consciencia?
- Conclusión
Conferencia pronunciada por el Prof. F. J. Rubia en la Real Academia Nacional de Medicina el 12 de enero de 2010. Francisco J. Rubia Vila es Catedrático de la Facultad de Medicina de la Universidad Complutense de Madrid, y también lo fue de la Universidad Ludwig Maximillian de Munich, así como Consejero Científico de dicha Universidad.
El filósofo australiano
David J. Chalmers distingue los problemas fáciles, que tratan la
consciencia como una facultad mental más y analizan temas como la
discriminación entre estímulos sensoriales, la integración de la
información para guiar el comportamiento o la verbalización de
estados internos, cómo se integran los datos sensoriales con la
experiencia del pasado, cómo focalizamos la atención o lo que
distingue el estado de vigilia del sueño. El problema difícil de la
consciencia es saber cómo los procesos físicos cerebrales dan lugar
a la consciencia, cómo las descargas de millones de neuronas pueden
producir la experiencia consciente, la experiencia subjetiva.
Si ser consciente implica
la existencia de un “yo” y este yo, como nos dice la
neurociencia, es una ficción, ¿qué consecuencias tendría este
hecho para la consciencia? Por otra parte, ¿existe un solo yo? El
psicólogo estadounidense William James planteó la existencia de al
menos tres yos diferentes: un yo material, otro social y un tercero
espiritual.
El psicólogo
californiano Michael Gazzaniga dice que el hemisferio izquierdo es
dominante para la mayoría de las funciones cognoscitivas, como la
resolución de problemas, mientras que el hemisferio derecho es muy
deficiente para resolver problemas difíciles. El resultado de muchos
años de investigación sobre el cerebro hendido le hace concluir que
el hemisferio derecho tiene una experiencia consciente muy diferente
de la exacta y literal del hemisferio izquierdo.
Aunque ambos son
conscientes, la consciencia del cerebro izquierdo supera con mucho a
la del derecho. ¿Cuál sería pues el sustrato neuronal que hace
surgir estos dos tipos de consciencia en los hemisferios cerebrales?
Existe un “vacío explicativo”, como dice el filósofo de
Harvard, Joseph Levine, entre las funciones cerebrales y la
experiencia subjetiva.
La cuestión fundamental
es, pues: ¿cómo podemos superar el abismo que separa lo objetivo y
lo subjetivo, el cerebro y la experiencia consciente? Es un
planteamiento muy parecido al planteamiento tradicional cuerpo/alma o
mente/cerebro, que han discutido los filósofos desde hace más de
2.000 años. Y aún siguen discutiendo.
Otra cuestión que se
plantea es la siguiente: si un sistema, como el cerebro, puede
resolver problemas y procesar información de manera inconsciente,
¿para qué sirve la consciencia?
Algunos filósofos
afirman que cuando comprendamos suficientemente bien el
funcionamiento del cerebro, el concepto de consciencia se disipará
del mismo modo que se disipó el concepto del flogisto una vez que se
comprendió el proceso de la oxidación. El flogisto era un
hipotético constituyente volátil de todas las sustancias
combustibles que, según se creía, se liberaba en forma de llama
durante la combustión.
Sir Charles Sherrington,
premio Nobel de Medicina y Fisiología del año 1932, era de la
opinión que la consciencia era científicamente inexplicable. Y el
psicólogo Stephen Pinker, de la Universidad de Harvard, piensa que
puede que podamos entender la mayoría de los detalles de cómo
funciona la mente, pero la consciencia puede permanecer oculta.
También el filósofo británico Colin McGinn opina que el problema
es demasiado difícil para nuestras mentes limitadas, añadiendo que
estamos cerrados cognoscitivamente ante ese problema.
Afortunadamente, no todos los científicos y filósofos piensan lo
mismo.
Definición de
consciencia
La consciencia es un
concepto que entendemos intuitivamente, pero que es difícil o
imposible de describir adecuadamente en palabras. Se puede decir que
consciencia es el estado subjetivo de apercibir algo, sea dentro o
fuera de nosotros mismos.
No existe ninguna
definición consensuada de la consciencia. Pero consciencia significa
experiencia subjetiva, o sea, lo opuesto a objetividad. En algunos
escritos la consciencia es considerada sinónimo de mente. Pero la
mente incluye procesos mentales inconscientes, y puede definirse como
el funcionamiento del cerebro para procesar información y controlar
la acción de manera flexible y adaptativa.
La consciencia tiene
contenidos, pero aunque pueda tener una enorme variedad de contenidos
no puede tener muchos al mismo tiempo. La consciencia no es un
fenómeno pasivo como respuesta a estímulos, sino un proceso activo
de interpretación y construcción de datos externos y de la memoria
relacionándolos entre sí.
Se ha equiparado la
consciencia a la vigilia, pero estar despierto no es lo mismo que ser
consciente de algo en el sentido de apercibirse de algo. En el sueño
podemos apercibir imágenes mentales visuales o auditivas.
Los actos voluntarios y
la toma de decisiones son aspectos importantes de la experiencia
consciente. Por ello, uno de los significados más comunes de
consciencia es que es un sistema de control ejecutivo que supervisa y
coordina las actividades del organismo.
Para el profesor de
psicología de la Universidad de Princeton, Philip Johnson-Laird, el
cerebro es un sistema organizado jerárquicamente que procesa
información en paralelo y cuyo nivel más alto que controla la
conducta corresponde a la consciencia, aunque interacciona con varios
subsistemas inconscientes.
Se ha considerado a la
consciencia íntimamente relacionada con la memoria operativa, la
atención y el procesamiento controlado. La memoria operativa es
importante para la solución de problemas, la toma de decisiones y la
iniciación de la acción. La relación con la atención es clara:
prestar atención a algo es ser consciente de ese algo. El ejemplo
más clásico de atención selectiva es el conocido como “efecto
cocktail party”, por el que seleccionamos información interesante
en medio de un gran ruido de fondo.
También se ha
considerado la consciencia como sinónimo de auto-consciencia. Pero
como se puede ser consciente de muchas cosas que no son la propia
persona, hoy se estima que la auto-consciencia es una forma especial
de la consciencia.
Todo el mundo sabe lo que
es consciencia, dicen el fallecido premio Nobel Francis Crick y su
colaborador alemán Christof Koch, pero mientras sepamos tan poco de
ella, lo mejor es no dar ninguna definición que pueda inducir a
errores o que sea restrictiva, o ambas cosas a la vez.
En la bibliografía
anglosajona se utilizan dos palabras: apercepción y consciencia.
Algunos autores definen
la apercepción como un estado en el que tenemos acceso a cierta
información que puede usarse para controlar la conducta. La
consciencia está siempre acompañada de apercepción, pero la
apercepción no tiene por qué estar acompañada por consciencia.
Se pueden distinguir dos
tipos de consciencia. La consciencia primaria, que es la experiencia
directa de percepciones, sensaciones, pensamientos y contenidos de la
memoria, así como imágenes, ensueños y sueños diurnos. La
consciencia reflexiva es la experiencia consciente per se. Este tipo
de consciencia es necesaria para la auto-consciencia, que implica
darse cuenta de ser un individuo único, separado de los demás, con
una historia y un futuro personales. La consciencia reflexiva incluye
el proceso de integración, o sea, de observar la propia mente y sus
funciones; con otras palabras: conocer que se conoce. En realidad, la
experiencia consciente en el humano adulto normal implica tanto la
consciencia primaria como la consciencia reflexiva.
Características de la
consciencia
William James, padre de
la psicología norteamericana, en sus Principios de Psicología
describió cinco características de alto nivel de la consciencia que
aún siguen vigentes. Son las siguientes:
1) Subjetividad: Todos
los pensamientos son subjetivos, pertenecen a un individuo y son sólo
conocidos por ese individuo.
2) Cambio: Dentro de la
consciencia de cada persona, el pensamiento está siempre cambiando
3) Intencionalidad: La
consciencia es siempre de algo, apunta siempre a algo
4) Continuidad: James
utilizó siempre la expresión “curso de la consciencia” para dar
a entender que la consciencia parece ser siempre algo continuo
5) Selectividad: Aquí
James se refirió a la presencia de la atención selectiva, o sea que
en cada momento somos conscientes de sólo una parte de todos los
estímulos
A pesar de la enorme
variedad de percepciones y pensamientos de naturaleza siempre
cambiante, tenemos la impresión de que nuestra consciencia es algo
unificado y continuo. Esta sensación de unidad de la consciencia
algunos autores la consideran una ilusión.
Algunas teorías sobre la
consciencia
Al igual que entre los
filósofos post-cartesianos había diversas teorías, como la teoría
del doble aspecto de Spinoza, el ocasionalismo de Malebranche, el
paralelismo de Leibniz y su doctrina de la armonía preestablecida,
hoy existen diversas teorías de la consciencia.
La teoría “clásica”
ha sido la postulada por el psicólogo norteamericano William James
en el siglo XIX. Para James, la consciencia es una secuencia de
estados mentales conscientes, siendo cada uno de estos estados la
experiencia de algún contenido concreto. James pensaba también que
la consciencia tiene que haber tenido un propósito evolutivo, por lo
que trataba la consciencia como una función y no como una entidad.
En el siglo XVIII el
biólogo suizo Charles Bonnet intentó resolver el dilema
introduciendo el llamado “epifenomenalismo”, una idea que después
asumió también el biólogo británico Thomas Huxley. El
epifenomenalismo acepta que la mente y el cuerpo están hechos de
diferentes sustancias, pero la mente no tiene influencia sobre el
cuerpo, aunque está causada por el cerebro. Los sucesos mentales son
productos accesorios de los sucesos materiales.
La teoría basada en un
dualismo cartesiano postula que la mente, alma o espíritu es
inmaterial y la autoconsciencia, como propiedad de esa mente, está
separada del cerebro que es físico e inconsciente. Esta teoría ha
sido mantenida por Karl Popper y John Eccles; con este último yo
colaboré en la Universidad del Estado de Nueva York en Buffalo en su
periodo tardío de laboratorio en 1975. El problema que plantea esta
teoría es que no explica cómo se produce la experiencia subjetiva,
ni tampoco cómo funciona la interacción entre un ente inmaterial y
otro material.
Otra teoría es la
sostenida por Stuart Hameroff y Roger Penrose que supone que los
microtúbulos, que se encuentran en toda célula nerviosa, están
designados para permitir la coherencia cuántica y las conexiones
cuánticas en todo el cerebro. La dificultad es que no explica cómo
surge la experiencia subjetiva por lo que muchos autores concluyen
que la teoría cuántica de la consciencia sustituye un misterio por
otro. Penrose es también de la opinión que el fenómeno de la vida
mental requiere un conocimiento de la física que aún no tenemos.
Superveniencia
El filósofo coreano
Jaegwon Kim utiliza el término “superveniencia” (supervenience)
para expresar el hecho de que un ámbito o dominio está determinado
por otro. Por ejemplo, las propiedades biológicas supervienen o son
supervenientes a las propiedades físicas, porque las propiedades
biológicas de un sistema están determinadas por sus propiedades
físicas. En una tabla de madera, por ejemplo, la madera superviene a
las moléculas y las moléculas supervienen a los átomos. Lo mental
sería, pues, superveniente a lo físico. La mente sería al cerebro
como el rayo a las partículas cargadas eléctricamente.
Los electrones tienen
masa y rotación, pero la electricidad tiene potencial e intensidad.
Los componentes químicos tienen densidad y conductividad, mientras
que los organismos biológicos tienen crecimiento y reproducción. A
cada nivel hay propiedades distintas, propiedades “emergentes”.
Sin embargo, la superveniencia no explica por qué y cómo la mente
emerge del cerebro.
Los neurobiólogos Gerald
Edelman, premio Nobel de Fisiología y Medicina de 1972 por sus
trabajos sobre el sistema inmunológico, y Giulio Tononi, proponen
que la consciencia emerge cuando grandes grupos de neuronas forman un
núcleo dinámico en el cerebro con conexiones que forman bucles
entre la corteza y el tálamo. A estas conexiones Edelman les llama
“mapas de reentrada”, parecido a lo que el psicólogo británico
Nicholas Humphrey denomina “bucles de realimentación reverberantes
sensoriales”. La idea en ambos es que el cerebro se refiere a sí
mismo y esto es lo que desencadena la consciencia.
La alternativa al
dualismo es el monismo que plantea que el cuerpo y la mente están
hechos de la misma sustancia. Los idealistas piensan que todo es
mental, los materialistas que todo es material. El filósofo Spinoza
pensaba que sólo existía una sustancia y que la sustancia tenía
dos propiedades: que era consciente y que tenía extensión.
Un ejemplo típico de la
postura materialista es la sostenida por el filósofo francés Julien
Offroy de LaMettrie que en su obra L’Homme machine (El hombre
máquina) decía que la mente es una máquina hecha de materia y que
el pensamiento era un proceso material.
Y el filósofo británico
Bertrand Russell pensaba que lo mental y lo físico son diferentes
formas de conocer la misma cosa, la primera por la consciencia y la
segunda por los sentidos. La consciencia nos da un conocimiento
directo, inmediato, de lo que hay en el cerebro, mientras que los
sentidos pueden observar (posiblemente ayudado por instrumentos) lo
que hay en el cerebro. La consciencia es, básicamente, otro sentido,
un sentido que, en vez de percibir colores, olores o sonidos, percibe
la verdadera naturaleza del cerebro.
Dudas sobre lo mental
El materialismo
eliminativo es la doctrina que postula que los estados mentales no
existen, o, al menos, que la terminología es equivocada y debería
abandonarse. Tanto el filósofo alemán Paul Feyerabend como el
filósofo norteamericano Richard Rorty niegan la existencia de lo
mental. Lo mental no es más que un mito. Y el neurocientífico
norteamericano Paul Churchland dice que lo mental es el sujeto de la
“psicología popular”, y la psicología popular no es una
ciencia. Adscribimos estados mentales a los individuos, pero en
realidad sólo existen procesos cerebrales.
El filósofo
estadounidense John Searle piensa que la consciencia es una
característica biológica del cerebro. Searle ataca tanto al
dualismo como al materialismo diciendo que la división del mundo en
materia y mente es arbitraria, hay que tener en cuenta que la
consciencia está causada por procesos cerebrales, pero no puede ser
reducida a esos procesos porque es un fenómeno de “primera
persona”, o subjetivo, mientras que los procesos cerebrales son
fenómenos de “tercera persona”, es decir objetivos.
El antropólogo británico
Kenneth Oakley planteó que existirían tres niveles de consciencia
que corresponderían a tres capas evolutivas del cerebro: la
apercepción, controlada por las regiones más antiguas del cerebro y
relacionada sólo con el condicionamiento; la consciencia, controlada
por la corteza cerebral y el hipocampo y relacionada con la
representación interna del mundo; y, finalmente, la
auto-consciencia, dependiente de las regiones más modernas de la
corteza cerebral y relacionada con la representación interna de la
propia representación interna.
El lingüista sueco Peter
Gardenfors ve en el lenguaje el último estadio en el proceso que
lleva a la consciencia humana. Piensa que primero estuvieron las
sensaciones, luego la atención, las emociones, la memoria, los
pensamientos, la planificación, el yo, el libre albedrío y,
finalmente, el lenguaje. La mayoría de estas facultades no son
únicas en los humanos, ya que la mayoría de los mamíferos tienen
emociones e incluso pensamientos. Los chimpancés llegan hasta la
planificación, pero sólo los humanos tienen consciencia de sí
mismos y lenguaje. Todos los animales tienen un cierto grado de
consciencia, pero sólo mamíferos y aves tienen corteza que les
permite representaciones separadas de la realidad por lo que pueden
adivinar y planificar. Los pensamientos son representaciones internas
del mundo, lo que permite a los animales que los tienen separarse del
mundo inmediato, pudiendo crear más de un curso posible de acción.
Red de funciones
cognitivas
El yo sería para
Gardenfors un fenómeno emergente, una propiedad que surge de una red
de funciones cognoscitivas relacionadas entre sí. El lenguaje, como
último estadio en el ser humano requiere una representación interna
sofisticada, que son los símbolos. Las representaciones de otros
animales no están suficientemente separadas de la realidad exterior.
Nicholas Humphrey dice
que ser consciente es tener sensaciones, como algo opuesto a las
percepciones. Los animales desarrollaron dos formas de representación
de la interacción entre el cuerpo y el entorno: unas cargadas de
afecto que son las sensaciones y otras neutrales con respecto a los
afectos que son las percepciones. Tenemos un “ojo interior” que
se comporta como cualquier otro sentido, menos en el hecho de que su
objeto es el propio cerebro. La consciencia me permite percibir el
estado de mi cerebro.
El neurofisiólogo
norteamericano William Calvin propuso la teoría llamada “darwinismo
mental”. Según esta teoría, lo mismo que el sistema inmunológico
y la evolución de las especies están impulsados por la selección
natural, la vida mental también lo está. Los pensamientos se
producen inconscientemente y el proceso darwiniano elige los mejores.
Para Calvin, lo que pensamos está siempre en función de la acción;
los pensamientos son sólo movimientos que no han sido aún
realizados.
El psicólogo
estadounidense Marcel Kinsbourne cree que la consciencia no es un
producto de la actividad neural, sino la actividad neural misma. El
cerebro no genera consciencia, sino que es consciente, por lo que no
es necesario buscar una región que genere consciencia; no es la
región lo que importa, sino el estado del circuito; cualquier región
del cerebro puede ser consciente si sus circuitos están en un estado
apropiado.
El matemático danés Tor
Norretranders piensa que la consciencia no contiene casi ninguna
información. La mayoría de los procesos mentales nunca alcanzan la
consciencia. El cerebro descarta cantidades ingentes de información
antes de que tenga lugar la consciencia, aunque esta información
descartada tenga influencia sobre nuestra conducta. Esto significa
que la consciencia trata sobre todo de lo que ocurre dentro de
nosotros y no fuera. Los datos sensoriales se procesan de acuerdo con
estructuras cerebrales y se comparan con los contenidos de la
memoria, volviendo a ser procesados, y luego surge una sensación
consciente. En esta sensación poco queda de los datos sensoriales
originales. Nunca podemos experimentar los datos sensoriales
originales, sino que experimentamos sólo los productos terminados.
Con otras palabras: nuestro cerebro conoce mucho más de lo que
conoce la consciencia.
Origen y evolución de la
consciencia
¿Cómo surge la
consciencia en un individuo y cómo surgió en la evolución? Todos
creemos que los humanos no nacen con consciencia y que la vida, como
fenómeno natural no fue originalmente consciente. Existe, pues, un
problema ontogenético, de cuándo surge la consciencia en un
individuo, y un problema filogenético, de cuándo surgió la
consciencia de la materia, si fue repentinamente en una especie
determinada o por el desarrollo de ciertas estructuras cerebrales. La
auto-consciencia surge en el niño en la segunda mitad del segundo
año de vida, y depende de la memoria episódica y de la capacidad
para la consciencia reflexiva.
El psicólogo
norteamericano Julian Jaynes piensa que surgió muy recientemente en
el ser humano, en la época homérica. Por el contrario el
neurofisiólogo australiano John Eccles pensaba que surgió con el
neocórtex de los mamíferos y la bióloga norteamericana Lynn
Margulis es de la opinión que la consciencia es una propiedad tan
antigua como la vida de organismos unicelulares simples, hace miles
de millones de años. Otros científicos piensan que la consciencia
surgió por la necesidad de comunicación con otros individuos, es
decir, que fue cercana al lenguaje. El filósofo austriaco Karl
Popper decía que la consciencia emerge con el lenguaje.
Para el psicólogo
Nicholas Humphrey la función de la consciencia es la de interacción
social con otras consciencias. La consciencia aporta a los humanos un
modelo explicativo de su propia conducta y esta facultad es útil
para la supervivencia. Al entender la propia mente, entienden también
la mente de los demás y eso supone una ventaja evolutiva importante.
Sin embargo, la
consciencia difícilmente contribuye a la supervivencia. Muchas veces
nos deprimimos cuando pensamos en cosas futuras, como la vejez o la
muerte. La consciencia muy a menudo resulta en una menor
determinación y perseverancia. Visto así, no parece que sea el
producto de una evolución darwiniana porque realmente lo que hace es
debilitar nuestro sistema de supervivencia en esos casos.
El lingüista
estadounidense Merlin Donald planteó que la mente moderna con
pensamiento simbólico surgió de una forma de inteligencia no
simbólica por absorción gradual de sistemas nuevos de
representación. La mente humana se desarrolló en cuatro estadios
que coinciden con los estadios de crecimiento cognoscitivo en humanos
modernos. Los homínidos más antiguos estaban limitados a
representaciones episódicas del conocimiento. La memoria episódica
era útil para aprender asociaciones estímulo-respuesta, pero no
podía recuperar memorias independientemente de las señales del
entorno, es decir, no podía pensar. Estos seres episódicos vivían
sus vidas totalmente en el presente.
El Homo erectus
desarrolló un sistema “mimético” de representación. La mente
podía recuperar memorias independientemente del entorno y era capaz
de re-describir la experiencia. La mente tiene una representación
del mundo y es capaz de adaptarse continuamente a los nuevos
conocimientos. Estas representaciones permitían al individuo
comunicar sus intenciones y deseos. En este estadio existía una
especie de memoria colectiva. En el tercer estadio, el Homo sapiens
adquirió el lenguaje y, por consiguiente, la capacidad de construir
relatos y formar mitos que representan modelos integrados del mundo
por los que los individuos podían generalizar y predecir
acontecimientos. El lenguaje permitió contar historias en grupo.
Hace unos 50.000 años
los humanos comenzaron a almacenar contenidos de memoria en el mundo
exterior en vez de en sus cerebros (pinturas rupestres, figuras,
calendarios, etc.). Finalmente, con la escritura, hará unos 10.000
años, los humanos modernos alcanzaron capacidades representativas
simbólicas y la lógica. Es la mente “teórica”.
En otro orden de cosas se
estima que existen unos 10.000 millones de células corticales en el
hombre moderno, de los que 1.000 millones estarían en relación con
el cuerpo. Así que 8.900 millones se utilizarían para procesos
internos y para las conexiones con otras neuronas del sistema. Se
estima que el cerebro del Australopiteco tendría 3.500 millones de
neuronas por encima de las relacionadas con el cuerpo, comparadas con
los 2.000 millones del gorila y los 2.400 millones del chimpancé.
El Homo habilis tendría
unos 4.500 millones de interneuronas y el Homo erectus 7.000.
Respecto al volumen, el Australopiteco tenía un cerebro de 500 c.c.
frente a los 450 c.c. del gorila. El Homo habilis tenía unos 700
c.c., el Homo erectus unos 950-1050 c.c. y el Homo sapiens 1.350 c.c.
Sin embargo, parece que el número de células no es determinante. El
lingüista y neurólogo alemán Eric Lenneberg dice que el cambio más
importante durante la expansión cerebral fue la interconexión entre
las células.
Conciencia compartida
Existen informes
procedentes de estadios cognoscitivos que sugieren que los seres
humanos no somos los únicos animales que tienen consciencia. Quizá
seamos los únicos que somos conscientes de que somos conscientes, y,
desde luego, los únicos que podemos informar de nuestro estado
consciente mediante el lenguaje sintáctico.
Parece que la
consciencia surge sobre el sustrato biológico del sistema nervioso
y, por tanto, es un estado adquirido a lo largo de la evolución. Se
suele distinguir entre una consciencia sensorial, llamada también
“consciencia primaria”, probablemente común a muchos animales, y
una consciencia llamada metacognición o “consciencia de nivel
superior”, única en el hombre.
Desde luego, si
reconocerse en un espejo es señal de auto-consciencia, las ballenas,
los delfines, los elefantes, los chimpancés, los gorilas, los
orangutanes y los tamarinos poseen autoconsciencia. A favor de la
presencia de consciencia en los mamíferos está el hecho de que
todos poseen un sistema tálamo-cortical altamente desarrollado.
Informes sobre
rendimientos considerables de la memoria en algunas aves, el
aprendizaje vocal y la reproducción de lo aprendido, así como la
discriminación en tareas difíciles, hace pensar que la consciencia
surge en las aves, probablemente de manera independiente de los
mamíferos. En la solución de problemas que parecen requerir
habilidades cognoscitivas de alto nivel destacan también los cuervos
que son capaces de utilizar herramientas de distinto tamaño y
longitud de acuerdo con la dificultad de la tarea para obtener
alimentos.
Se ha llegado incluso a
plantear niveles muy simples de consciencia en cefalópodos, tales
como los pulpos y las sepias a los que se le reconoce una capacidad
cognoscitiva muy elevada en la discriminación de objetos, en
atención y en memoria.
¿Cuándo surge, pues, la
consciencia?
El problema cuando
intentamos saber si otros animales son conscientes es que los
organismos no humanos no pueden hablar. Estamos convencidos de que
pueden sentir placer y dolor, pero no podemos saber si son
conscientes de esos sentimientos. Entre los humanos también los
niños pequeños no pueden hablar, aunque también estamos
convencidos de que pueden tener sentimientos como nosotros.
No obstante, ha habido
controversias sobre si los bebés son capaces de sentir como los
adultos. La circunsición suele realizarse sin anestesia y
generalmente a los bebés se les prescribe dosis post-operativas de
analgésicos inferiores a las que se utilizan para el adulto. Se les
puede preguntar cuando se hacen mayores, pero existe lo que Freud
llamó la amnesia infantil, algo que según él se producía porque
los contenidos de la memoria estaban reprimidos. Explorando esa
amnesia se ha podido comprobar que los bebés tienen una buena
memoria a largo plazo y que esa información no sufre en la
transición entre la vida pre-verbal y la verbal. Pero no podemos
saber si en la vida pre-verbal el bebé tiene consciencia de esa
memoria, ya que el recuerdo utiliza el lenguaje.
Correlatos neurales de la
consciencia
Algunos científicos han
abordado la prometedora tarea de buscar los correlatos neuronales
específicos de la consciencia. Los diversos autores proponen
diferentes estructuras del cerebro para el asiento de la consciencia,
estructuras como los núcleos talámicos intralaminares, el núcleo
reticular, la formación reticular mesencefálica, la red
intracortical tangencial de las capas I y II y los bucles
tálamo-corticales.
Para Francis Crick y
Christof Koch la mejor manera de abordar el tema de la consciencia es
concentrarse en encontrar sus correlatos neuronales y las funciones
cerebrales que dan lugar a las experiencias conscientes.
Edelman y Tononi piensan
que el sustrato neuronal de la consciencia comprende grandes
poblaciones de neuronas – en especial las del sistema
tálamo-cortical – que se encuentran ampliamente distribuidas por
todo el cerebro. Por otro lado, ningún área concreta y única del
cerebro es responsable de la experiencia consciente.
Las únicas lesiones
cerebrales localizadas que tienen como resultado la pérdida de la
consciencia son las que suelen afectar al llamado sistema reticular
de activación, situado en las porciones superiores del tronco
cerebral, hasta el hipotálamo posterior, los llamados núcleos
talámicos intralaminares y reticulares y el cerebro basal anterior.
Su actividad es esencial para el mantenimiento del estado de la
consciencia. Se supone que no genera consciencia por sí mismo.
En seres humanos se han
identificado varios correlatos de la consciencia, como el bucle
tálamo-cortical, un EEG característico de ondas frecuentes y de
baja amplitud que va de 12-70 Hz y la formación reticular
mesencefálica. Se ha propuesto que la descarga sincrónica de
neuronas corticales, con una frecuencia de 40 Hz, también conocida
como oscilación gamma, sea el correlato neural de la consciencia y
sirva para unir la actividad de diversas áreas corticales, en
relación con un mismo objeto. Pero estudios recientes en sujetos
anestesiados han podido mostrar que la frecuencia de 40 Hz puede
existir sin consciencia.
Se ha postulado que las
células piramidales de la capa V y VI de la corteza, cuyos axones
proyectan fuera de la corteza, serían responsables de la consciencia
visual.
Los neurocientíficos
británicos Karl Friston y Richard Frackowiak mostraron que las áreas
que disminuyeron su actividad cuando una actividad motriz es
aprendida son la corteza prefrontal y el área motriz suplementaria,
lo que puede indicar que estas regiones cerebrales están implicadas
en la producción de consciencia. La corteza prefrontal se sabe que
está implicada en la toma de decisiones y el AMS es uno de los
lugares implicados en la iniciación de la acción. Las regiones que
participan en el control inconsciente de la actividad motriz son
probablemente la corteza parietal posterior y el cerebelo.
El neurocirujano
norteamericano Joseph Bogen tenía dos pacientes que tras una
operación habían conservado sólo el hemisferio derecho. Perdieron
las funciones sensoriales y motoras de la parte derecha del cuerpo y
casi toda la capacidad de hablar, pero los sujetos estaban
conscientes y respondían apropiadamente a los estímulos.
Consciencia ocasional
El nivel de consciencia
se regula por el Sistema Activador Reticular Ascendente, descubierto
por Moruzzi y Magoun en 1949 y que es la formación reticular que se
extiende por el bulbo, la protuberancia y el mesencéfalo. Las
neuronas necesitan mantener un nivel de actividad determinado. La
formación reticular actúa no sólo modificando el nivel de
actividad, sino también modulando las entradas y salidas, sobre todo
las que salen de la médula espinal. Podemos modular los niveles de
consciencia alterando la actividad de la formación reticular
probablemente desde la corteza prefrontal. Estas estructuras son
necesarias, pero no suficientes para la consciencia. Se necesita
también la actividad de neuronas corticales.
El núcleo reticular del
tálamo funciona como un interruptor para la consciencia. Cuando el
nivel de activación del tronco del encéfalo disminuye, los
circuitos tálamo-corticales comienzan a oscilar. Este ritmo
sincrónico contribuye a la pérdida global de consciencia como
ocurre en el sueño no REM. En el EEG se ven los husos
característicos del sueño y las ondas lentas. A este fenómeno se
le ha llamado “sincronización del EEG”.
Cuatro neurotransmisores
juegan un papel en la función cerebral: el sistema noradrenérgico
del locus coeruleus, el sistema serotoninérgico de los núcleos del
rafe, el sistema dopaminérgico del mesencéfalo y el sistema
histaminérgico del hipotálamo. La noradrenalina y la histamina
están implicadas en la vigilia, la alerta y la atención; la
serotonina en frenar la acción motora, ayudándola para que sea
estímulo- y situación- específica; la dopamina apoyando y
facilitando el movimiento, la emoción positiva y el pensamiento.
En la visión hay una vía
que va desde la retina a la corteza visual primaria, pasando por el
núcleo geniculado lateral. Esa vía no implica consciencia. En la
corteza visual primaria, la información se dirige luego a las áreas
corticales donde está representado el movimiento y a otras donde se
representa el color; de ahí pasa la información a células que
reconocen los objetos en la corteza asociativa temporal inferior,
donde la información se hace consciente.
¿Cómo se explica que
unas descargas neuronales de una región asociativa de la corteza
pueda ir acompañadas de consciencia y otras no? Gerald Edelman
piensa que esa pregunta puede contestarse con lo que él llama
“darwinismo neural”, que trata sobre la cooperación y
competición entre grandes grupos de neuronas; las que salen
triunfantes de esta competición serían las que van acompañadas de
consciencia. A esto Edelman le llamó la “hipótesis del núcleo
dinámico”.
Se sabe que la vía
visual dorsal, que va desde el área visual primaria hacia la corteza
asociativa parietal, también llamada la vía del “dónde”, que
es capaz de localizar los objetos en el espacio, es inconsciente,
mientras que la vía ventral que se dirige a las áreas asociativas
temporales, llamada vía del “qué” es consciente. Las
proyecciones de la corteza parietal a las áreas premotoras son
inconscientes, mientras que las proyecciones de corteza parietal a la
corteza prefrontal están relacionadas con la consciencia.
Experimentos realizados
por Benjamín Libet mostraron que era necesario estimular la corteza
somestésica con un tren de impulsos de al menos medio segundo para
producir una experiencia consciente. Libet llamó a este fenómeno la
“adecuación neural para la consciencia”. Este hecho significa
que la consciencia tiene que estar mucho más atrás en el tiempo que
los sucesos del mundo real y, por tanto, tiene que ser inútil para
responder a un mundo que se mueve rápidamente.
La consciencia no es un
fenómeno todo-o-nada, sino que existen diversos niveles de
consciencia. Y la transición de la inconsciencia a la consciencia no
es simplemente un cambio de una inactividad a una actividad neuronal,
sino que supone un cambio en lo que hacen las neuronas, cambio que
hoy por hoy es desconocido.
Todos estos resultados
indican que la consciencia es un producto de la actividad cerebral,
pero que muchas de las actividades de las neuronas cerebrales no van
acompañadas de consciencia.
¿Máquinas con
consciencia?
¿Puede crearse
consciencia en una máquina? Los ordenadores pueden resolver
problemas que los humanos encuentran difíciles, como la comprobación
de teoremas, pero tienen enormes dificultades en tareas fáciles para
los humanos, como el reconocimiento de objetos y la manipulación de
los mismos.
En 1997 el mejor jugador
del mundo de ajedrez, Gary Kasparov fue vencido por “Deep Blue”,
un ordenador IBM. El ordenador era capaz de calcular 200 millones de
posiciones de las fichas del ajedrez por segundo, mientras que
Kasparov sólo podía procesar tres o cuatro posiciones. Además, el
ordenador no estaba sometido a emociones o a estrés. La pregunta que
se plantea es la siguiente: si Kasparov es considerado un ser
inteligente, ¿por qué no podemos darle a Deep Blue la misma
consideración?
Uno de los ataques más
relevantes a la idea de que la IA podría desarrollar una mente ha
sido la llamada Habitación China del filósofo estadounidense John
Searle, un “Gedankenexperiment” en el que una persona en una
habitación recibe caracteres chinos, los procesa siguiendo una serie
de reglas, saca los resultados correctos sin entender lo que
significan.
Aunque muchas actividades
y acciones complejas pueden realizarse de manera inconsciente,
actividades más dinámicas e interactivas, como el diálogo
interpersonal, sólo puede llevarse a cabo de manera consciente.
Ahora mismo, en Internet,
hay unidos cientos de millones de ordenadores, y el ancho de banda de
las conexiones crece cada año. Algunas personas afirman que si
Internet sigue creciendo llegará a un tamaño en el que
inevitablemente se volverá consciente.
En los últimos 50 años
la densidad de empaquetamiento de transistores en los circuitos
integrados se dobla aproximadamente cada dos años. Esta tasa de
crecimiento exponencial, llamada la ley de Moore, se espera que
continúe durante una década o dos, lo que supone un aumento del
rendimiento y una disminución de los costes. Se ha calculado que en
el año 2019 un ordenador típico de mesa tendrá la capacidad del
cerebro humano y costará sólo unos 1000 dólares. Y se calcula que
el año 2029 se podrá construir una máquina que pase el test de
Touring.
Conclusiones
El dualismo que subyace a
algunas de las teorías sobre la consciencia plantea una cuestión
importante, a saber cómo superarlo, ya que a lo largo de la historia
de la filosofía este dualismo no ha podido aclarar cómo es posible
que un ente inmaterial pueda interaccionar con la materia que es el
cerebro. Por tanto, entiendo que la superación de esta visión
dualista ha ayudado mucho a la neurociencia para plantearse el
estudio de las funciones mentales, considerando éstas como el
producto de la actividad cerebral.
Ahora bien, la cuestión
no es tan fácil, ya que considero imposible liberarse completamente
del pensamiento o la visión dualista. Y pienso que es imposible
porque supongo que esta forma de pensamiento en antinomias o
antítesis podría bien ser una categoría más de nuestra mente con
la que analizamos el mundo. Estoy convencido de que nuestro
pensamiento lógico-analista es dualista, nos hace ver el mundo en
antinomias o conceptos contrarios.
Todos tenemos la
impresión de que nuestra experiencia consciente subjetiva es algo
distinto del mundo físico que nos rodea y, si el cerebro pertenece a
ese mundo físico, como es el caso, nos resulta muy sencillo separar
la actividad cerebral de las experiencias subjetivas. De ahí que el
pensamiento dualista sea común a mitos y religiones, a la filosofía
y a la ciencia.
Me hace pensar en una
predisposición genética que denomino “pensamiento dualista”,
aunque ya previamente el psiquiatra de Pensilvania Eugene D’Aquili,
fallecido en 1998, lo llamó “operador binario”, una estructura,
módulo o dispositivo neural que estaría localizado en el lóbulo
parietal inferior izquierdo. El neuropsicólogo ruso Alejandro Luria
tuvo un paciente con una lesión en esa región cerebral y el sujeto
no podía ya distinguir entre los conceptos contradictorios, como
arriba/abajo, delante/detrás o antes y después. Había perdido la
visión dualista del mundo que nos caracteriza.
Si esto es cierto,
entonces el dualismo que parecemos percibir en la naturaleza no es
tal, sino simplemente que nuestro cerebro lo percibe así, pero que
no existe en la naturaleza, en el mundo exterior.
A mi entender, esta
manera de ver el problema de la consciencia dificulta enormemente su
solución. En otro lugar he argumentado que la experiencia mística,
producida no sólo espontáneamente, sino provocada experimentalmente
por estimulación de ciertas regiones del cerebro, es una experiencia
en la que una de sus características es la anulación de la visión
dualista, o sea, la desaparición del yo frente al mundo, uniéndose
el sujeto con la naturaleza, el vacío o Dios.
Este hecho nos está
diciendo, en mi opinión, que la visión dualista no es la única
posible con la que el cerebro se enfrenta a la realidad exterior.
Pero también nos dice que el cerebro es capaz de generar
experiencias espirituales, es decir, que considerar a este órgano
como materia, simplemente, no sería correcto. Más bien habría que
hablar de algo así como “espiriteria”, o sea la contracción de
espíritu y materia.
Esto quiere decir que los
conceptos “materialismo”, “espiritualismo”, no son otra cosa
que “dualismos cojos” en el sentido que de la partición dualista
de una totalidad eligen solamente una parte.
En cualquier caso, espero
que haya quedado claro que estamos aún lejos de comprender el salto
cualitativo que supone pasar de la actividad neuronal del cerebro a
la experiencia subjetiva de la consciencia.